viernes, 31 de julio de 2009

No estaba lista para tú partida


Así como cuando vi tu historia en la tele, así como dijo el reportero “No creo que nadie esté listo cuando esta pequeña se vaya al cielo”.
Ciertamente nadie lo estaba, y paso… extendiste tus alas y partiste al cielo; porque alguien como vos si se merece ese lugar. A pesar que no hablabas, no te movías muy bien me robaste el corazón con una sonrisa. Me encariñe con vos no sé porque, quizás porque vi algo de mí en vos. Ahora me siento sin rumbo fijo, como si necesitara tomar otro camino; porque ya no estas para darme fuerzas...
Mi papá también te apreciaba como todos los que te rodeaban, por eso fue que te conocí y no pude evitar las lagrimas cuando entre al cuarto de hospital; no pude evitar el escuchar tu historia ese día y prestarle atención. Sigo pensando que seres como vos vienen a este mundo, para irradiar esperanza y amor hacía los demás; y su naturaleza es ser amados también, porque a pesar de tu infortunio, tus últimos momentos fueron felices. Yo recuerdo que nunca te vi triste, jamás te vi llorar en los días que pasé con vos en el hospital. Fueron días difíciles para mí, pero vos me diste la esperanza que necesite y lo hiciste solo con estar ahí.
Siempre creo que pasa lo mismo en todos, las personas que uno cree que no tienen esperanzas de sobrevivir o quizás no nacieron como se debería son las que son infelices y eso no es verdad. Vos no tenías ni padre ni madre que te haya querido; porque por como naciste te abandonaron pero, te ganaste una familia mucho más grande en el hospital. Le doy gracias a Dios también por haberme permitido formar parte de la familia también.

Vos nunca te quejaste, seguías sonriendo a pesar del dolor; eso te lo admire y lo seguire admirando hasta el fin de mis días.
Un día lograste decir una palabra, la única quizás que dijiste pero fue la que me cambio ciertas prioridades y te prometí que algún día te iba a sacar de ahí; que te compraría ese respirador y que conocerías el mar; me entendiste asentiste con la cabeza y me abrazaste. Ese fue el día del cuento de Rubén Darío y no volví a ser la misma desde entonces.
Hace poco unas 3 semanas fui al hospital a hacerme unos exámenes y fui a tu cuarto; vi que tenías allí en tu silla de ruedas el teddy que te regale; pero cuando me viste me tuviste miedo ya no me reconocías, fue horrible lo que sentí. De ahí mi papá me conto que ya no eras la misma, por que la enfermedad te consumía de nuevo.
Las señoras que te cuidaban, pasaban orando por vos, yo pase 2 días después y nadie había mejorado; me quede hablando con una enferma que estaba a la par tuya y me dijo que ya nadie te veía sonreír y que desde entonces ella perdía la fe también.

y sentí este mal augurio que me mató y resulto que no era imaginación mía porque ya te habías ido.
Entonces llegue a la conclusión que quizás tu misión en este mundo era hacer mejores a las personas que te rodeaban; y darnos una lección de vida que a pesar del dolor e injusticia, el sol también saldrá para nosotros y lo mejor que podemos hacer es nunca perder la esperanza, así como tú.
Siendo sincera tú partida me ha confundido tanto; que ahorita siento como que una parte de mi se ha ido, no hay mayores pensamientos en mi cabeza, la tengo en blanco pero lo único que siento es algo como cierta paz de que ya estás en casa. Ojala Dios me dé la oportunidad de hacer que valga la pena lo que resta de mi vida y que nunca deje de soñar…


Lo único que se es que mi vida jamás será la misma desde ahora y que le doy mil gracias a Dios por ponerte en mi camino, ojala hubiera tenido más tiempo para hacerte más feliz
Te extrañare por siempre, Minis!

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