sábado, 19 de septiembre de 2009

Lo que no se puede hablar!(y los periódicos, y los noticieros no terminan de contar)No callemos más...


Bueno, antes de empezar con esto quisiera decir que si lo van a leer; tomen la seriedad del caso. Créanme a mi me da miedo hablar al respecto, por que como dicen son cosas de las que no se pueden hablar. Con tanta violencia ya no tenemos derecho a expresarnos. Solo espero que Dios no deje que esto siga ocurriendo y que proteja a nuestras familias. Me prohibieron que lo escribiera pero yo siento que estas cosas se deben denunciar.
Mi más sentido pésame a las familias que han perdido a sus seres queridos. No callemos más

Hace algunos años, cuando mencionábamos “Las Maras”, nos referíamos a pandillas juveniles que operaban en algunos barrios de la capital y otras ciudades de importancia poblacional. En esos días no se les veía como estructuras de delincuencia organizada, aunque se señalaba el riesgo de que pronto se estuvieran conectando con el crimen organizado.
En esos días surgieron las primeras voces de alarma. Se desarrollaron importantes estudios donde se demostraba, que si este problema no se atendía a tiempo, se volvería más complejo y difícil de enfrentar.
Pero lamentablemente nunca se tomaron las medidas necesarias para enfrentarlo y buscarle rutas de solución. Muchas propuestas se hicieron, pero ninguna se implementó. Muchos pequeños, pero valiosos esfuerzos de desarrollaron, sin apoyo de las autoridades gubernamentales. Solo pequeñas ayudas internacionales, muchas veces a través de las iglesias, acompañaron estos esfuerzos.
Como siempre nos pasa (para variar los salvadoreños), ahora el problema se vuelto incontrolable. Las Maras pasaron de ser, organizaciones de pandillas juveniles, que cometían actos delincuenciales menores, para convertirse en la columna vertebral del fenómeno delincuencial del país. En esta “evolución” (más bien invasión) no solo ha contribuido la ausencia de las políticas gubernamentales, para controlar los centros penales y fomentar la educación a la gente de bajos recursos. Si no, el actual modelo económico que fue implementado al inicio de los años 90 en el país. Este modelo económico excluyente y concentrador de riquezas solo para unos cuantos; familias que desnacionalizan nuestro país con el fin de convertir a Centroamérica en una región “industrializada”. Pero, claro está que la inequidad de bienes es muy clara tanto en El Salvador como en los demás países de nuestro istmo.
Esto se ha ido agraviando llegando al límite, la policía nacional civil no puede controlar la situación. Nunca ha podido a pesar de los esfuerzos iniciados por el ex – presidente de la república Elías Antonio Saca con la llamada “Super Mano Dura”.
Nuestra sociedad excluye a muchos y sea como sea, estas pandillas siguen siendo excluidos y marginados en todos lados. Por eso implanta la ley del miedo a todos aquellos que los hicieron a un lado, a lo largo de los años. Aunque este fenómeno se dio en los estados unidos en los años 80, por grupos de centroamericanos para defenderse de los grupos étnicos mayoritariamente mexicanos y escapando del conflicto armado. Muchas fuentes afirman que se formaron gracias a la excesiva migración de latinoamericanos en busca de mayores oportunidades de vida y al ser excluidos decidieron formar su propio mundo, con sus propias reglas.
Años antes de la firma de los acuerdos de paz el índice de delincuencia era relativamente bajo. Firmado los acuerdos de paz, estos presos en estados unidos fueron deportados de regreso a El Salvador a terminar con su pena; pero a mi punto de vista es que ya no los querían en las cárceles “gringas” de esta forma reduciendo los costos que daba el gobierno a los centros penales.
Así fue que la población recibió a los nuevos salvadoreños convertidos en pandilleros. Una población golpeada, martirizada hasta por los mismos cuerpos policiales, instituciones castrenses tales como la extinta guardia nacional y otro sin fin de grupos paramilitares, que le sirvieron de grupos de contragolpe al ejército para llevar a cabo una guerra no solo contra la guerrilla pero también contra la población para reprimir sus expresiones organizativas y libertades ciudadanas.
Se suponía que al terminar el conflicto armado la sociedad salvadoreña viviría de una manera tranquila, sin más muertes y violencia. Pero, las heridas de guerra fueron más grandes y ocasionaron más daños.
Como pretenden estos “mareros” que se les sean respetados sus derechos humanos por parte de las autoridades, si ellos mismos violan sus propios derechos. Con su maldita renta nos joden la vida, llevan a niños a pagar sus mierdas y los violan, los maltratan. ¿Por qué tenemos que pagar por su maldito pleito?
¿Por qué tenemos que tenemos que aguantar tanta muerte de nuestros familiares, que iban pasando por la calle y no tuvieron tiempo de entregarles todo lo que llevaban, y por eso los tenemos que enterrar antes de tiempo?
¿Por qué los malditos periódicos, no pueden publicar en verdad la cantidad de muertos diarios?
¿Por qué tenemos que ser el país más violento de Latinoamérica?
Unos dicen que hay que exterminarlos como perros, como ya no caben en las cárceles que les prendamos fuego y así se terminaría todo el problema. A mi criterio no se puede hacer, porque eso no disminuye la violencia sino aumenta la sed de venganza por que estas maras se proliferan como ratas, matas 100 y te aparecen 200.
Aunque, es cierto hay grupos de maras que se están reformando y que quieren ser parte de la sociedad; luchan por ser aceptados, pero ni la policía, ni el gobierno oyen su llamado. Ellos saben muy bien que no pueden erradicar la violencia de la noche a la mañana pero; quieren ser parte de la solución. ¿Por qué no darles una oportunidad?
No sé si han visto el documental del fallecido Christian Poveda que en paz descanse; pues los pandilleros de la 18 se reúnen en actos religiosos para despedir a sus “homies” recitando algo parecido a esto:”pero ya que descanse en paz, que vayas con Dios mi amigo del alma..." es algo irónico! Como es posible que esta gente, por el simple hecho de estar peleándose con la salvatrucha y matando por puro placer a inocentes en símbolo de venganza pueden tener la osadía de nombrar a Dios. A mí me indigna totalmente, si quieren que no los traten como ratas y los maten y tengan que recoger a sus camaradas en bolsas negras de basura dejen de matar.

Pues este tipo de temas se tratan de manera muy superficial, y es entendible porque nuestra cultura no es crítica ni mucho menos denuncian. El miedo nos ha ganado la batalla.
Que peor ejemplo que la muerte de Christian Poveda, tuvo que venir un periodista francés a mostrarnos lo que no queremos ver. Todos acá son unos cobardes que no se atreven ni a dar soluciones factibles a la situación. De que les sirve simplemente condenar el acto delincuencial, si el asunto terminara como muchos otros con la hipótesis nada más.
Nadie hace nada para solucionarlo, las extorsiones desde los centros penales aumentan degeneradamente, a la gente la siguen desde los centros comerciales, universidades, trabajos hasta sus residencias para matarlos, extorsionarlos y secuestrarlos. La mayoría que cometen estos crímenes son menores de edad, imagínense que un promedio de 10 familias al día pierden a un ser querido. Nadie ve la dimensión de las cosas, que nos toca tener el teléfono desconectado casi todo el día porque 3 de cada 6 llamadas es para extorsionar. amenazan a la gente con matarla, si no dan cierta cantidad de dinero. Dios mío! Somos pobres, porque tenemos que pagar los platos rotos de otros miserables, a otros los llaman a sus casas celulares, hasta han ido a esperarlos a los trabajos. Como puede ser esto posible, se supone que esta gente agarra números del directorio al azar. A mí esto me parece que sea así.
Ya no culpemos a los gobiernos, ni a la pobreza, enfoquemos en cambiar la sociedad para que poco a poco el sol alumbre nuestras vidas.
Protejamos a nuestras familias, confiemos en Dios y tratemos de ser personas que valen la pena.
No sirvamos solamente para criticar y condenar estos actos.
Tratemos de ser parte de la solución
No callemos más...No dejemos que la superficialidad reine en nuestras vidas.
Un Abrazo
Carmen

No hay comentarios:

Publicar un comentario